martes, 18 de abril de 2017

ETAPAS DEL LENGUAJE EN LOS TEA


El momento del lenguaje marca ya claramente el paso de las preocupaciones más inconcretas de la etapa anterior -por parte de los padres- a un temor más definido, que suele llevarles a buscar el consejo y la ayuda de los especialistas.
Con frecuencia ocurre que, en esta edad de desarrollo del lenguaje, el niño se muestra aún más claramente aislado, excitado, encerrado en estereotipias o conductas rituales, falto de juego, incomunicado y no desarrolla el lenguaje o bien adquiere un lenguaje muy perturbado. En ocasiones llega a decir palabras repetitivas y sin sentido, en otras permanece “mudo”, en algunas adquiere con extraordinaria lentitud un lenguaje más funcional. Además no parece interesarse por el lenguaje de los demás y, muy frecuentemente, no comprende más que órdenes muy simples o rutinas muy repetidas. A veces, no parece comprender nada.
Es importante recordar que las alteraciones y deficiencias del lenguaje se dan, de un modo o de otro, en todos los niños autistas. Es decir, constituyen uno de los criterios para diagnosticar la enfermedad.
El período que se extiende entre los 18 meses y los 4 ó 5 años es extraordinariamente importante para el niño normal: en él desarrolla su lenguaje, se integra activamente en el ámbito social de la familia y de la escuela, asegura sus recursos efectivos y emocionales, adquiere conceptos y progresa en sus habilidades de pensamiento, memoria, etc.
Ésta etapa para los niños autistas suele ser la etapa más difícil y alterada. Es frecuente que, a las deficiencias de su capacidad de lenguaje, de empleo de símbolos, de comunicación y de acción, se añadan nuevos problemas de conducta o se acentúen los que existían previamente.
Pueden aumentar las “estereotipias”, dificultades de alimentación y sueño, rabietas y resistencias a los cambios, muestras de excitación y ansiedad inexplicables.
El niño puede permanecer largas horas ajeno a las personas y a otros estímulos del medio, realizando las mismas acciones repetitivas, sin juego ni conductas de exploración. Además puede mostrar claras dificultades para aprender a través de la imitación y de la observación de la conducta de los demás.
El lector puede imaginar al niño encerrado en sí mismo, ignorando a los demás, evitando su contacto, aunque los demás estén con él, ajeno a sus palabras y expresiones emocionales… en realidad el niño parece estar “solo”, y su dificultad para usar y comprender gestos y lenguaje acentúan esta impresión.
A veces, algunos niños autistas permanecen durante horas mirándose las manos, o balanceándose, poniendo los dedos o manos en posiciones extrañas.
Pueden aparecer “autoagresiones”. Es decir, conductas consistentes en golpearse a sí mismo.
También podemos observar extrañas respuestas a los estímulos del medio: niños que parecen sordos pero se extasían con ligeros ruiditos o con música, o que hacen girar objetos y se estimulan con cosas sin significado
Al observador ajeno le desconcierta estas alteraciones en un niño que, por otra parte, suele tener una apariencia sana y normal y, frecuentemente, una expresión inteligente.
Cuando el niño autista tiene una edad comprendida entre 2 y 5 años es cuando la familia suele encontrar alguna ayuda profesional después de muchas consultas a diversos especialistas.
Generalmente se considera que el diagnóstico precoz es un factor importante para ayudar eficazmente a los niños autistas, sin embargo es raro que los cuadros de autismo sean diagnosticados antes de los 18 meses.
Bibliografía: http://www.autismotoledo.es/que-es-el-autismo/

No hay comentarios:

Publicar un comentario